No por repetido deja de ser cierto afirmar que las Cofradías hoy, igual
que hace cinco siglos, siguen saliendo a la calle para catequizar a quienes
contemplan, en nuestros pasos, los Misterios de la Pasión del Señor o los
dolores de su bendita Madre. Continúan siendo hoy un anuncio eficaz del
Evangelio para creyentes y también para no creyentes, una invitación, la más
hermosa, “al descubrimiento y a la contemplación del encanto insaciable del
misterio de la Redención”
Una historia cuyo primer capítulo se escribe el Domingo de Ramos, en
rosa y oro. Ese día se produce la botadura de un galeón que desciende por la
rampa del Salvador, astillero de los sueños, para navegar por el mar de la
ciudad. Entre el rumor de un alegre cascabeleo, bajo la sombra de una
palmera cimbreante, Jesús, montado a lomos de la Borriquita, es el alfa de
este camino de su Pasión, la que le llevará a la muerte en la Cruz por Amor.
Los misterios representados en nuestros pasos no sólo hacen visible los
distintos episodios de la pasión del Señor, sino que, en su misión catequética
van más allá, al invitarnos a imitar las actitudes de Jesucristo en los duros
momentos vividos camino del Calvario.
Texto: Ignacio José Pérez Franco.