sábado, 25 de octubre de 2014

SEVILLA... SON SUS PUEBLOS

No por repetido deja de ser cierto afirmar que las Cofradías hoy, igual que hace cinco siglos, siguen saliendo a la calle para catequizar a quienes contemplan, en nuestros pasos, los Misterios de la Pasión del Señor o los dolores de su bendita Madre. Continúan siendo hoy un anuncio eficaz del Evangelio para creyentes y también para no creyentes, una invitación, la más hermosa, “al descubrimiento y a la contemplación del encanto insaciable del misterio de la Redención”



Gracias a las Cofradías aprendimos, de la mano de nuestros padres, como sucedió, paso a paso, la Pasión y Muerte del Señor y quienes fueron y cuál fue el papel de cada uno de los protagonistas de aquel drama santo. Posiblemente, en los tiempos que corren, de no ser por ellas, muchos ignorarían esta historia del amor inmenso de Jesucristo a los hombres. 


Una historia cuyo primer capítulo se escribe el Domingo de Ramos, en rosa y oro. Ese día se produce la botadura de un galeón que desciende por la rampa del Salvador, astillero de los sueños, para navegar por el mar de la ciudad. Entre el rumor de un alegre cascabeleo, bajo la sombra de una palmera cimbreante, Jesús, montado a lomos de la Borriquita, es el alfa de este camino de su Pasión, la que le llevará a la muerte en la Cruz por Amor. 


Los misterios representados en nuestros pasos no sólo hacen visible los distintos episodios de la pasión del Señor, sino que, en su misión catequética van más allá, al invitarnos a imitar las actitudes de Jesucristo en los duros momentos vividos camino del Calvario.


Texto: Ignacio José Pérez Franco.